Concurrence économique et consommation
13 d'March, 2020

El Rol de los Conocimientos Ancestrales/Tradicionales en la Investigación y Desarrollo (I+D)

Por: Carlos A Conde - Docente Investigador

En días recientes la nueva Ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias), Mabel Torres, sacudió a la comunidad científica en Colombia, cuando señalóo cóomo la Ganoderma, un hongo conocido por tratar malestares en medicina tradicional china, ha sido utilizado por pacientes con cáncer con resultados prometedores. A tan solo días de creado el Minciencias y de haber sido nombrada la primera jefe de esa cartera, dichos comentarios no calaron bien en la comunidad científica, quienes señalaron que las investigaciones no tenían ningún rigor, en aspectos como la inexistencia de estudios clínicos y de toxicología, y la validación del método empleado por parte de un comité ético. Pese a las críiticas, la Ministra se ha sostenido que resulta importante cia darle reconocimiento al “conocimiento ancestral” en la investigación y desarrollo.

Lejos del cubrimiento en los medios y redes sociales, las declaraciones de la Ministra y la reacción por parte de la comunidad científica colombiana, han traído a la luz pública, así sea de manera breve, el siguiente cuestionamiento: ¿cuál es el rol del conocimiento ancestral/tradicional en la investigación y desarrollo (I+D)?

Aunque la pregunta se puede plantear en diferente industrias y áreas del conocimiento (agricultura, fitomejoramiento en plantas, etc.), frente a la polémica recientemente suscitada resulta oportuno centrarse en I+D en productos farmacéuticos, incluyendo los derivados de productos naturales. En este caso, la ciencia ha determinado que se busca que dichos productos cumplan con dos aspectos primordiales: seguridad y eficacia. Entendiéndose esto como la necesidad de encontrar el mejor efecto farmacológico, es decir curativo o de tratamiento, con el menor riesgo posible para el paciente (incluyendo un análisis de los efectos secundarios). Para tal fin se han desarrollado varias etapas en el proceso de obtención de un medicamento: (i) el descubrimiento, donde se realiza investigación básica y aplicada; frente a la investigación básica, se habla de la actividad que se realiza sobre diferentes compuestos, moléculas o extractos, entre otros, con el fin de clasificarlo y documentar las propiedades de estas; en la investigación aplicada, ya se observa cuales pueden tener alguna utilidad para el tratamiento de una enfermedad o desorden; (ii) una vez surtida la primera etapa, se empiezan a realizar estudios de toxicología, y ensayos en animales; (iii) si el compuesto avanza y demuestra algún efecto farmacológico prometedor pasa a la experimentación en seres humanos, conocidos como ensayos clínicos, los cuales a su vez se dividen en tres etapas; el objeto de los ensayos clínicos es determinar la seguridad y eficacia del medicamento en seres humanos; (iv) tan pronto pasa los ensayos clínicos, se solicita la autorización ante la autoridad sanitaria (en el caso de Colombia el INVIMA) para que se pueda comercializar el producto.

Este proceso con diferentes etapas puede tomar entre 10 y 15 años, y miles de millones de dólares. Así mismo, el desarrollo de medicamento en todas sus etapas requiere una basta cantidad de profesionales altamente calificados y especializados. En este proceso los conocimientos ancestrales /tradicionales juegan, en principio, el rol de ayudar a dar pistas (Leads) a los científicos en la primera etapa de descubrimiento sobre su potencial uso para tratar algún desorden. Por lo tanto, para que un compuesto vinculado a conocimientos tradicionales pueda llegar al publico como un tratamiento, necesita ser validado en las tres etapas restantes del desarrollo de fármacos señaladas anteriormente.

Sin embargo, en las tres úultimas décadas se ha buscado darles un papel más prominente a los portadores de esos conocimientos ancestrales/tradicionales con el fin de crear mecanismos que busquen darles reconocimiento. Particularmente, el Convenio de Diversidad Biológica, junto con el Protocolo de Nagoya, han llamado a sus miembros, dentro de los que se incluye Colombia, para que hagan partíicipes a los portadores de conocimientos tradicionales relacionados con plantas (i.e. recursos genéticos) en los beneficios que se pueden derivar de su explotación. Para tal fin, se requiere que se consulte de manera anticipada (consulta previa) a dichos portadores y se establezcan mecanismos para la distribución de los beneficios, los cuales pueden ser económicos (regalías, copropiedad en patentes, etc.) o no-económicos (transferencia de tecnología relevante, incrementos de capacidades en las comunidades, etc.). En el caso de Colombia, dicha obligación esta limitada a comunidades étnicas (indígenas y afrocolombianas).

Aunque la solución de hacer partíicipe a las comunidades por medio de la consulta previa y la distribución de beneficios resultaría obvia en el papel, en la práactica, encajar el conocimiento tradicional/ancestral relacionado con recursos genéticos en la investigación y desarrollo de medicamentos es una tarea compleja. Por ejemplo, en muchos casos no estáa documentada o no existe claridad de quienes son los poseedores legítimos de dicho conocimiento; o en el caso que se identifique una comunidad especí
ifica, resulta complejo establecer lógicas de negociación occidental a comunidades que tienen una cosmovisión diferente respecto a lo que puede ser considerado una adecuada distribución de beneficios. Adicionalmente, la investigación farmacéutica puede partir de un conocimiento especiífico, pero en el trascurso de la misma ese conocimiento es validado de una manera completamente diferente. Por ejemplo, existen ciertas plantas que son empleadas por comunidades para el tratamiento de inflamaciones o afecciones respiratorias, pero científicos basados en dicho conocimiento pueden emplear esas características antiinflamatorias para tratar tumores cancerígenos . También existe la posibilidad que científicos combinen diferentes plantas o extractos derivados de esas plantas por medio de diferentes técnicas para lograr un efecto farmacológico deseado, haciendo muy difícil determinar si el conocimiento tradicional que existe detrás de alguna de esas plantas juega algún papel relevante. Por lo tanto, frente a esas dificultades, buscar un equilibrio resulta una tarea gigantesca, en especial en un país como Colombia que busca hacer un uso sostenible de su biodiversidad y, a su vez, hacer crecer y consolidar un sistema de ciencia y tecnología.

Resulta entonces necesario que el Minciencia busque crear precisamente un equilibrio en donde el conocimiento ancestral/tradicional, junto con sus portadores, tenga algún reconocimiento dentro del sistema de ciencia y tecnología, y el cual, a su vez, pueda ser validado por parte de la comunidad científica a través de las diferentes etapas del desarrollo e investigación en medicamentos con el fin de ayudar a aumentar la capacidad científica del país y poder brindar nuevos tratamientos seguros y eficaces al publico en general.